
Cuando se consulta a un experto en automóviles sobre el tipo de motor que acelera a una Ferrari, la respuesta esperada será un sonoro V12. Esta asociación se debe a la larga tradición de motores V12 que ha marcado la historia del fabricante italiano, especialmente en el ámbito de las carreras de autos, donde el rugir armonioso de los impulsores de los monoplazas de Fórmula 1 de Maranello ha creado una conexión mítica con estos icónicos motores.
Sin embargo, la realidad es que el último motor de Ferrari que se coronó campeón del mundo en 2007 fue un V8, y en la actualidad es un V6, todo esto debido a las reglamentaciones impuestas por la categoría y no a la preferencia de los fabricantes.
No obstante, el detalle que muy pocos conocen es que, en una época en la que la elección del motor no estaba tan limitada, el Cavallino Rampante y su fundador, Enzo Ferrari, protagonizaron una historia única de amor y dolor en torno a un impulsor V6.
Una rica historia que explica todo
Este peculiar capítulo se remonta a la década de 1950, cuando Dino Ferrari, hijo de Enzo, mostró una pasión desmedida por los automóviles y la ingeniería. Diagnosticado con distrofia muscular en su adolescencia, Dino canalizó sus energías hacia el diseño de un motor de seis cilindros en V.
Cabe destacar que el sueño concreto de Ferrari era competir en la Fórmula 2 y, a su vez, incorporar este impulsor en un automóvil de producción accesible que permitiera al fabricante italiano competir en el mercado de autos deportivos más asequibles.
El nacimiento del primer Ferrari con un motor V6
Sin embargo, Dino falleció a la temprana edad de 24 años en 1956, antes de ver su motor en funcionamiento. Y aunque su deseo era crear un modelo más económico, Enzo decidió no asociar su prestigioso apellido con un automóvil de menor costo. De esta manera, nació en 1966 el modelo Dino 206 GT, el primer automóvil de producción de la marca de Maranello con un motor V6, pero sin llevar el emblema de la compañía ni el nombre del legendario fundador.
En 1969, en un momento crucial en la historia del Cavallino Rampante, Giovanni Agnelli, propietario de Fiat, adquirió el 50% de las acciones de la empresa. Esto permitió que los motores V6 diseñados por Dino fueran utilizados por Fiat en el modelo Dino V6, un vehículo posicionado entre los exclusivos Ferrari y los más convencionales Fiat.
El Fiat Dino Type-135B, presentado casi de manera simultánea con el Dino 206 GT de Ferrari, se fabricó entre 1966 y 1969, con un motor de 1987 centímetros cúbicos y 160 CV de potencia. Posteriormente, la evolución del modelo, el Fiat Dino 2400 Type-135G (1970-1973), elevó la cilindrada a 2.400cc y alcanzó una potencia de 180 CV. En total, se produjeron 7651 unidades entre ambos períodos.
Cooperación entre Ferrari y Fiat
Este acuerdo benefició a ambas partes porque Fiat pudo producir un automóvil de alto rendimiento, mientras que la italiana premium logró homologar motores V6 para competir en la Fórmula 2. A pesar de la mayor producción de motores V6, Fiat trasladó la fabricación a su planta de Turín y alivió económicamente a la artesanal fábrica en Maranello.
El legado de este motor V6 perdura, ya que se convirtió en la base del impulsor V6 de Ferrari utilizado en la Fórmula 1. En 1987, con un propulsor V6, el Cavallino Rampante ganó las dos últimas carreras del campeonato, y 20 días después de la muerte de Enzo Ferrari en 1988, el famoso V6 llevó a la Scuderia a la victoria en el Gran Premio de Italia en Monza.
Así, el V6, concebido por Dino y materializado gracias a la colaboración entre ambas marcas, se erige como un símbolo perdurable de la pasión por la innovación y la competición en el mundo del automovilismo. Este motor, cuyo rugir fue la banda sonora de victorias históricas en la máxima categoría, ha dejado una impronta imborrable en la memoria de los amantes de los autos. Y al mismo tiempo que se convirtió en un recordatorio inolvidable de que a veces la grandeza surge de las cooperaciones más inesperadas.