La GMC Syclone es una de las camionetas más potentes y rápidas que pudo haber disfrutado la modesta industria automotriz de los Estados Unidos, en los albores de los años 90. En medio de un cambio de ápoca que traía aparejado varios cambios, el sector de automotor no sería la excepción y los amantes de la velocidad estaba listos para este modelo de camioneta creado para las pistas.
Esta pick up se trataba de una obra de ingeniería nacida en la modesta GMC Sonoma, modelo también comercializado por esos años como Chevrolet S-10 e Isuzu Hombre. En simples palabras, se destacaba por ser una camioneta distinta que pretendía ser la reinterpretación de este tipo de vehículos considerado como una herramienta de trabajo. En contrapartida, fue una declaración de intenciones que podía humillar a varios superdeportivos de Ferrari, Porsche y Corvette o Camaro.
Por estos días, la GMC Syclone regresa a la memoria de aquellos que la pudieron disfrutar con esta unidad que tiene pocas millas recorridas se encuentra en subasta en el sitio Bring a Trailer. A continuación, la historia de este modelo que marcó un antes y un después.
La revolución de los sueños turboalimentados a cargo de GMC
Si bien es una pick up GMC, marca de lujo de General Motors, el punto de partida para que fuera realidad fue la intención de Buick. Los ingenieros de esta división del gigante estadounidense pretendían crear otro deportivo que superara al GNX, equipado con un motor V6 que rompió con los moldes de los “muscle cars”. Ante esta propuesta, preocupados por la posible canibalización de ventas de modelos, como el Corvette y Camaro, se rechazó la idea de un nuevo Buick deportivo.
Los ingenieros de GM no se quedaron de brazos cruzados, y avanzaron con otra idea: la camioneta deportiva bautizada como GMC Syclone. En total, se fabricaron 2995 ejemplares para 1991, todas en un sobrio color negro, y como el modelo en subasta con 14 000 millas según el historial de registro en Texas, Colorado, Arizona e Iowa.
Ingeniería innovadora y desafíos mecánicos de GMC
Cuando pusieron manos a la obra para construir esta pick up, los ingenieros decidieron obviar el motor pretendido del Buick GNX. Debido a que esta unidad no entraba con facilidad en el vano motor de la GMC Sonoma se optó por un V6 de 4,3 litros que sumó un turbocompresor Mitsubishi TD06-17C, vinculado a una transmisión automática de cuatro velocidades. Además, agregaron piezas, como un intercooler Garrett y la admisión del Corvette de la época.
En términos de rendimiento, el resultado de la ingeniería mecánica de la GMC Syclone fueron 280 caballos de fuerza y 475 Nm de torque, aunque los expertos afirman que superaba 300 CV. Además, incluía un sistema de tracción total permanente firmado por Borg-Warner, capaz de enviar hasta un 35% de la potencia al eje delantero.
En el caso de la pick up que está ofrecida al mejor postor a la hora de que caiga el martillo, resulta interesante su mecánica porque se vendió en 1991 en Pensilvania y presenta un excelente estado. Según su odómetro, tiene realizados apenas 328 millas. Incluso, su propietario actual reemplazó el intercooler e instaló neumáticos nuevos Nitto NT555RII.
Un Ferrari disfrazado de pick up
El nivel de prestación de la pick up deportiva creada por GMC permitía humillar a superdeportivos en su terreno. Por ejemplo, la reconocida revista Car & Driver, la había comparado con un Ferrari 348ts, al que lo terminó de superar en aceleración al hacer el 0 a 60 mph (casi 100 km/h) en apenas 4.3 segundos. Es decir, las mismas cifras que podía erogar un deportivo de esa década, teniendo en cuenta su antigüedad de más de 30 años.
El encanto de la GMC Syclone no solamente por el poder que residía debajo de su capó, son también estuvo marcada por una estética y diseño marcado. Montada sobre llantas de aluminio de 16 pulgadas, un silenciador Magnaflow, amortiguadores Bilstein, una cubierta de caja de lona que hacían a una estética definida e intimidante.
Puertas adentro, esta pick up tenía sus atributos que la adecuaban a lo que era: una camioneta deportiva que no se guardaba cuando se acelerador era llevado hasta el fondo. El habitáculo se destacaba por su deportividad, con un tablero de instrumentos tomado del Pontiac Sunbird Coupé y la palabra “Syclone” grabada en los reposacabezas.
El legado del Syclone
Si bien la GMC Syclone tuvo una producción limitada, dejó el camino allanado para modelos posteriores que tomó aspectos heredados como la practicidad y prestaciones. Para 1992, GMC lanzó el Typhoon, una versión SUV que se valió de muchas características de su predecesora, y aunque también de una fabricación restringida fue un vehículo de alto rendimiento.
En la actualidad, esta pick up construida por GM a principio de los años 90 es una invitación para los más puristas que todavía disfrutan del sonido de un rugido puro que marcó una época. Lo concreto es que, sea en las pistas de drag racing o en las calles, esta camioneta es un ícono de la ingeniería y diseño que dejó una huella imborrable.